El autor de esta obra es el joven diseñador gráfico Damián Rodríguez Álvarez, muy vinculado con el ámbito cofrade orotavense. En él ha querido plasmar la esencia de esta singular fiesta de exaltación a la cruz gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo a través de una composición novedosa pero sin dejar de lado la tradición de los carteles religiosos de la Villa.
La obra se estructura en dos partes, una parte inferior, el ámbito terrenal, donde se establece una vista del casco histórico del municipio de La Orotava en un atardecer, destacando la parroquia de La Concepción, sede canónica de la cofradía; y una parte superior, el ámbito celestial, donde la bóveda celeste, con los tonos del atardecer, se entremezcla con otras bóvedas, las del templo matriz de la Villa y su característica cúpula.
En el centro del cartel, y entre los dos ámbitos citados anteriormente, se establece con gran potencia visual la venerada imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia de la Vera Cruz, centro único de la fiesta, una fiesta de alabanza y gloria a Dios por la redención copiosa que nace del Madero Santo. Y en el ámbito superior, aunque emanante de la propia Villa, vuelve a surgir la imagen del antiquísimo crucificado de Ruí Díaz en un plano medio, lateral, que acerca aún más el rostro de Jesucristo.
Simbólicamente, la obra tiene un gran significado. El autor, en ella, ha querido plasmar esencialmente la Cruz del Señor, como el SIGNO INDELEBLE DE LA ALIANZA, y como reafirmación del proyecto de Dios en el hoy y el ahora, en este año de la Fe, que nos llama a volver la mirada a quien debe ser el centro de nuestra vida como cristianos. Para ello se ha tenido en cuenta especialmente un fragmento de la Plegaria Eucarística sobre la reconciliación I: “Cuando nosotros estábamos perdidos y éramos incapaces de volver a ti, nos amaste hasta el extremo. Tu Hijo, que es el único justo, se entregó a sí mismo en nuestras manos para ser clavado en la cruz. Pero, antes de que sus brazos extendidos entre el cielo y la tierra trazasen el signo indeleble de tu alianza, quiso celebrar la Pascua con sus discípulos […]”. La Cruz de Nuestro Señor como bandera, como signo del amor hasta el extremo del Padre, como muestra definitiva de la alianza para todas las generaciones. Por ello, la cruz se ancla en la Villa, en La Orotava de hoy, y se eleva hacia el cielo, como reafirmación de la entrega de Jesucristo en este momento actual de la Historia.
Además, la cúpula del templo debe interpretarse como si estuviésemos dentro de la parroquia de La Concepción, según su autor. Si entramos en la iglesia matriz, para ver la cúpula perfectamente (como aparece en el cartel) debemos colocarnos en el centro del presbiterio y… ¿Qué se encuentra en ese lugar? El ALTAR. En esta ocasión, justo bajo el centro de la cúpula se encuentra Jesucristo crucificado, queriendo recordar a todos que es Cristo mismo, con su Cuerpo y su Sangre, quien cada día en el altar vuelve a entregarse por cada uno de nosotros: afirmación del Banquete Eucarístico, del Misterio Pascual que a diario tenemos la oportunidad de gozar. Banquete que nos hace degustar los bienes del cielo, por ello su fusión con el ámbito celeste. Por último, la segunda imagen del Santísimo Cristo se encuentra también unida a esta idea eucarística, puesto que aparece el costado desde el que mana su sangre redentora mezclada con agua, "Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia" (Sacrosanctum Concilium n.5).
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